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Jueves, 14 Diciembre 2023 15:41

Cunegonda Siwiec

Nació en Siwcowka, diócesis de Cracovia, (Polonia) en 1876, la novena de diez hijos de la familia Siwiec, llamada por todos con el diminutivo de Kundusia.

Respira la serenidad del paisaje y de su familia cuyo padre, aun en la vejez, iba a los pastos silbando y cantando y al atardecer se quedaba fascinado al admirar los matices de la puesta de sol sentado frente a la casa. Kundusia aprende a leer y a firmar participando, en los meses de invierno, en una especie de "escuela vespertina", en la que hacen de maestros los habitantes más instruidos del pueblo. Por otro lado, crece decidida, voluntariosa y profundamente religiosa, con un novio al que quiere mucho y con el que ya tiene planes de matrimonio.

El punto de inflexión en su vida llega en 1896, participando en la misión popular predicada por un padre redentorista: Kundusia, con sus 20 años y un matrimonio a la vista, descubre de pronto su vocación: “vivir en el mundo, pero sólo para Cristo”. Reorganiza así su vida en torno a este ideal, dando prioridad absoluta a las cosas espirituales. Comienza inscribiéndose en el Apostolado de la Oración, luego asiste a un curso de catequesis para preparar a las chicas de las montañas al matrimonio y a los niños a la primera comunión. Finalmente se une a la Tercera Orden Carmelita. En el pueblo observan su metamorfosis, de niña "como todas" a, poco a poco, cada vez más "de Jesús". No lo saben, pero logran adivinar que detrás de todo esto hay una gran intimidad con el paraíso, nacido y apoyado por largas horas de oración de corazón a corazón con Jesús.

En 1929 ofrece el terreno que le corresponderían en herencia para construir un "centro educativo": una escuela normal, en definitiva, a la que ella nunca pudo asistir, regentada por monjas autorizadas a la docencia, que además se ocupan de la educación de niños y adultos. También se construyó una capilla anexa al Centro y a partir de ese año, por lo tanto, Kundusia tiene la alegría y la oportunidad de la misa diaria. La Eucaristía da alas a su espiritualidad y hace crecer su intimidad con Jesús, no se sabe exactamente cuándo, pero, particularmente después de la comunión, recibía "locuciones interiores". Kundusia le revela esto a su confesor solo en 1942, con cierta vergüenza, admitiendo que esto ha estado sucediendo durante algún tiempo. Esto la lleva gradualmente a madurar la decisión de ofrecer su vida en reparación por los pecados del mundo y a hacer crecer en ella una ofrenda completa, en unión con el sacrificio de Jesús en la cruz.

Gente sencilla y culta, sacerdotes y religiosos empiezan a acudir a Kundusia en busca de consejo, ayuda espiritual, incitación al bien: todos reciben de esta mujer analfabeta lo que necesitan. Al entrar en su casa la encuentran ocupada con sus hermanos en la lectura de obras místicas, que comenta con una profundidad y competencia que asombran incluso a los más destacados teólogos. Su unión plena con Jesús alcanzó su punto máximo con la aceptación gozosa del sufrimiento: en 1948 fue atacada por un tumor óseo con metástasis generalizada, con un sufrimiento indecible escondido detrás de su habitual actitud sonriente y juguetona. Todo lo ofrece en reparación por los pecados del mundo, todo lo vive en unión con el sacrificio de la cruz.

Murió serenamente, con un dolor insoportable, el 27 de junio de 1955.

La investigación diocesana sobre "vida, virtud y fama de santidad" se abrió el 21 de diciembre de 2007 y se cerró el 28 de octubre de 2011 en la archidiócesis de Cracovia. El decreto de validez fue otorgado el 1 de marzo de 2013.

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